Dejando de lado los mitos apocalípticos referidos al año 2.000 –cronología que sólo afecta a los cristianos, un grupo minoritario en el Mundo– lo cierto es que, a mediados del primer siglo de la Era de Acuario, las perspectivas se oscurecen. Las posiciones astrológicas y la aparición de inusitadas manchas solares auspician graves desarreglos en la Humanidad, especialmente a nivel psíquico. Sobre las heladas aguas de Acuario se cierne feroz tormenta donde naufragarán muchos elementos y factores económicos, políticos y religiosos tenidos hasta hoy por relativamente sólidos.
Un hálito de locura acosa a la Humanidad y debemos estar preparados para enfrentar los mayores desórdenes.
A nivel individual, también los éteres que recubren y protegen nuestros cuerpos inferiores serán sometidos a duras pruebas, por lo que os recomiendo canalicéis corrientes de opinión absolutamente contrarias a las drogas y, entre los Acropolitanos, una disminución en el consumo del tabaco y alcohol y un aumento de la higiene en todo sentido.
Las ceremonias deben mantenerse, pero alternadas o asociadas con trabajos y esfuerzos que nos “endurezcan” y nos hagan resistentes a la adversidad y los ataques.
También debe reforzarse la parte económica y todos los elementos de supervivencia posibles: estamos acercándonos a una época barbárica en la cual los débiles van a desaparecer del teatro de la Historia. Debemos ser fuertes y educar a nuestra gente en la fortaleza y la pureza, pues los más jóvenes necesitarán estas fuentes de poder para que este nuevo intento de establecer un módulo de la sexta subraza de la quinta raza no fracase sin antes dejar, por lo menos, profundas huellas que los viajeros del futuro puedan seguir.
Ya veis que, en ambos aspectos, debemos renovar nuestro Entusiasmo y Poder Interno para superar las muy probables dificultades, las que vencidas como el mitológico dragón, nos permitirán el acceso a una Era de Mayor Luz.
No nos queda tiempo para considerar los pequeños problemas de la personalidad haciéndonos cómplices de ella. Hay que hablar claro y fuerte. HAY QUE SER O NO SER.
Mando nº 52: Atención a los cambios y sucesos. Jorge Ángel Livraga
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